"Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es Santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia
por siempre".
En el día de ayer celebrábamos una de las fiestas más hermosas y significativas de nuestra Fe: la Asunción de María Santísima a los cielos.
En este día, son multitud los pueblos y ciudades que rinden culto a la Virgen. En especial, en Andalucía, y concretamente en la ciudad de Sevilla, donde a las ocho de la mañana tuvo lugar la tradicional procesión de la Virgen de los Reyes, patrona de Sevilla y su Archidiócesis.
A ls ocho en punto de la mañana comenzó esta solemne procesión, que se desarrolló por los alrededores de la Santa , Metropoitana y Patriarcal Iglesia Catedral de Sevilla. Uno de los momentos álgidos de toda la procesión fue el saludo y la parada de la Santísima Virgen ante la recién inaugurada estatua del Beato Juan Pablo II. Momento para la historia y que esperemos que año tras año se repita.
En la primera lectura del libro del Apocalipsis, se nos decía: "Después apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida de Sol, con la Luna por pedestal, coronada con doce estrellas".
Y no podemos por menos, que ante esta hermosísima frase de las Escrituras, acordarnos de la Madre del Barrio del Plantinar de Sevilla, la Señora del Sábado Santo sevillano, la Señora entre Señoras...la Virgen del Sol.